El Mandarín explicado a Gallardón

La propuesta para reformar el Código Penal que impulsa el ministro Gallardón incluye apartados que criminalizan los enlaces de internet y bendecirán el uso del derecho de autor como herramienta de censura.

MandarínTenemos una pequeña broma en las reuniones editoriales, relativas a la jerga técnica que, a menudo, los aficionados a la informática solemos emplear en nuestras conversaciones. De una forma que, para mí, pasa desapercibida, las discusiones sobre la máquina y sus maravillas torna nuestras palabras aceleradas, profusas en anglicismos, números de versión de programas y sistemas operativos que mencionamos a través de oscuras referencias y abreviaturas hasta casi hacerlos irreconocibles. «Dejad de hablar en Chino mandarín», nos dicen. Y el caso es que razón no les falta. A fin de cuentas, si fuera mi objetivo encontrar un lenguaje para convertir el hecho cibernético en un compendio de verdades inmutables y universales, estaría enseñando Teología sobre el Dios de la Biomecánica en París.

Así que, dada la gravedad del caso que nos ocupa y sus posibles consecuencias para la red, dejaré a un lado las lenguas no-muertas. Alberto Ruíz Gallardón, terrible ministro de Justicia que parecía de centro cuando lo compramos, ha tenido otra de sus ideas de bombero pirómano. Pero antes de entrar en materia, conviene explicar un par de cosas en cristiano.

Enlaces: la savia de internet

Internet no es un bloque de piedra; más bien un conjunto de pequeños valles y ciudades superpobladas, repartidos por un terreno desigual y tremendamente accidentado. La principal diferencia con nuestra realidad física es que el mundo virtual cuenta con el poder de abrir portales que, cual novela de espada y brujería, nos permiten desplazarnos de un lugar a otro casi al instante. Como habrán adivinado, estoy hablando de los enlaces.

Tanto si usted adjunta un enlace a una página web en un correo electrónico, como si comparte el acceso a una noticia a través de Twitter o Facebook, la tecnología que pone en marcha es la misma: un conjunto de letras o números que le indican a su navegador en qué lugar de la red se encuentra aquello que referencian y, además, le transporta hacia el objeto de su búsqueda.

Piense, por un instante, en la importancia de este mecanismo tan simple. Prácticamente todo lo que usted consulta a diario está lleno de enlaces. Lleno de portales, que le permiten viajar de una información a otra, libremente y sin ataduras de ningún tipo. Piense, además, que todas esas palabras, esas direcciones, han ido tejiendo una red que ha llevado gran cantidad de cultura a quienes no podían permitírsela, una esperanza de libertad a quienes están atrapados por la desinformación y el pensamiento único.

Ahora, sígame el juego e imagine que nos arrebatan la libertad para enlazar. Que el Estado arroja una bomba nuclear sobre toda esa red de portales, para que un grupo de mercaderes pueda continuar con prácticas abusivas y obsoletas. Peor todavía: imagine que el Estado comienza a decidir por usted qué contenido le conviene enlazar y cuál no, bajo pena de cárcel por no someterse a sus designios. ¿Sería tal cosa posible en una democracia? Gallardón lo hará posible si nadie lo evita.

Censura en el ciberespacio (horror en el Ultramarinos)

La primera voz de alarma corresponde a Carlos Sánchez Almeida, abogado especializado en nuevas tecnologías que ya ha causado más de una migraña a sociedades de gestión y grandes empresas como Nintendo. En su blog Jaque perpetuo, nos comenta la nueva sorpresa que oculta la reforma del Código Penal. Cito:

Pretenden establecer penas de hasta 6 años de prisión para quien ‘facilite el acceso’ de cualquier obra intelectual, aún sin beneficio económico directo, además de páginas de enlaces y para los vendedores de cualquier dispositivo que permita la elusión de protecciones tecnológicas.

Se refiere el autor al texto del anteproyecto del Código Penal que fue remitido al Consejo de Estado, cuyos artículos 270 y 271 son tan sinceros que asustan. Por supuesto, el formato del PDF en cuestión consiste en meras imágenes, lo que supone un verdadero incordio a la hora de extractar todo o parte de dicho texto. Igual que Sánchez Almeida, les recomiendo que busquen los mencionados apartados y lean el texto, sin adulterar. Después, este artículo de David Maeztu terminará de ponerles los pelos de punta:

Se puede hablar de webs de enlaces, pero lo cierto es que por como se plantea la reforma se puede hablar del mero hecho de enlazar. El artículo 270.2 parece pensado para este tipo de webs. Así será pena de prisión para quien, con ánimo de obtener un beneficio económico directo o indirecto y en perjuicio de tercero, reproduzca, plagie distribuya o comercialice al por menor, facilite el acceso o comunique públicamente, sin autorización, todo o parte de una obra. La clave es el concepto de facilitar el acceso. ¿Qué es eso? ¿Enlazar es facilitar el acceso?

Las palabras «directo o indirecto» pueden poner en jaque a cientos de miles de blogueros en un país cuyo derecho a cita cuenta unas restricciones draconianas y en el que no existe el concepto americano de fair use (uso razonable) a la hora de publicar cualquier texto o contenido multimedia.

Esta nueva ocurrencia del Gobierno de España no es más que otra puerta de entrada al uso del derecho de autor como herramienta de censura, con el agravante de que el mero acto de enlazar a un contenido protegido por copyright puede exponernos a penas de cárcel. Imaginen el uso que se le podría dar para acallar de forma rápida y eficiente cualquier sitio web que ‘incomodase’ y cometiese el error de enlazar sin permiso previo alguno de los miles de millones de elementos que en este país están protegidos por el derecho de autor.

El problema de no utilizar el Chino mandarín es que tanta injusticia me acaba oxidando el teclado y recuerdo el país en el que vivo. Un país que legisla más rápido para beneficiar a empresas con modelos de negocio obsoletos que para proteger a los menores del abuso o perseguir a los pedófilos; un país en el que los partidos mayoritarios han colocado, una legislatura tras otra, el andamiaje que permitirá al Berlusconi de turno amordazar a gran parte de la red hispana; un país en el que el nivel de alfabetización informática en el Congreso haría rasgarse las vestiduras a muchos educadores. No, queridos lectores, retorno a mis estudios de Chino mandarín. Por lo menos, mientras pueda seguir enlazando.

Imagen: Wikipedia